Inevitable. Venían por la misma línea. Por la velocidad que llevaban, imposible fue frenar a tiempo. Faltaron señales. Avisos. Luces. Advertencias. El tren de masmelos chocó contra el tren de chocolate, en medio de un campo de pequeñas pepitas de dulces de colores, quedando impregnados los unos de los otros. Fue una tragedia terrible. Y deliciosa.
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