Érase
un soldado distraído pero a quien una vez le encargaron una misión delicada: quedarse
cerca de la torre para proteger al rey de un ataque enemigo. Aguzó vista y oído
y repasó la misión: quedarse cerca de la torre para proteger al rey de un
ataque enemigo. A lo lejos percibió movimientos. Soldados enemigos. Preparó armas,
mientras un caballo negro sin jinete se acercaba con movimientos extraños. El
soldado avanzó un paso hacia adelante desafiante, con el gesto de: “nadie pasará
por aquí, el rey está bajo mi cuidado”.
La
torre se movió y pensó que estaba temblando. Miró el piso, pero ya era tarde. Solo
hasta ese momento recordó en qué clase de batalla estaba.
La
torre era enemiga. Alguien gritó “jaque mate” y todo terminó para el reino de
las blancas.